Charles Chaplin se involucró profundamente en la producción de la silente Luces de la ciudad mientras  Hollywood estaba abrumado por la revolución del cine sonoro. Después de meses de angustia, Chaplin decidió terminar la película como la había comenzado -muda, a excepción de una partitura musical y algún efecto sonoro ocasional-. Esta vez pequeño vagabundo, Chaplin, conoce a una florista ciega (Virginia Cherrill), que por una serie de coincidencias cree que es millonario. Una segunda trama se inicia cuando el vagabundo rescata un millonario de verdad (Harry Myers) del suicidio. Cuando está bebido, el millonario trata al vagabundo como un amigo; cuando está sobrio, ni siquiera lo reconoce. Las dos historias se juntan cuando el vagabundo intenta recaudar el dinero suficiente para que la chica ciega pueda operarse. Los puntos culminantes del film incluyen una secuencia de boxeo enfrentando al escuálido Chaplin contra el musculoso Hank Mann, y la impresionante escena final en la que la florista, ahora ya curada, ve a su benefactor como vagabundo por primera vez.

La decisión de Chaplin de rodar Luces de la ciudad como un film mudo, estuvo justificada cuando más de un crítico señaló a esta ‘comedia en la pantomima’ era la mejor película de 1931.