Al igual que su debut estadounidense Furia, el segundo largometraje estadounidense de Fritz Lang narra el destino de un hombre que lucha por limpiar su nombre después de ser acusado de un crimen que no cometió. Ambas películas cuentan con un fuerte sentido de justicia social y sugieren que Lang estaba perturbado por la injusticia y la intolerancia que encontró en el país que adoptó después de huir de la Alemania nazi. Eddie Taylor (Henry Fonda) es un exconductor de camión estafador cuyo último crimen le ha envido a la cárcel de por vida. Ahora quiere ir por el buen camino pero encuentra problemas a cada paso. Su jefe lo despide por un pequeño malentendido, y él y su nueva esposa Joan (Sylvia Sidney en su momento más conmovedor) son expulsados ​​de un motel en su luna de miel cuando el propietario lo reconoce de una revista de crímenes. Las cosas van de mal en peor cuando se convierte en el principal sospechoso del robo en un vehículo blindado y vuelve a estar en prisión.  A lo largo de la película, Lang se cuida de ocultarle a la audiencia si Eddie es realmente culpable o no, pero también deja absolutamente claro dónde están sus simpatías. Un thriller perfectamente construido con una fuerte conciencia social, Solo se vive una vez es considerada una de las mejores películas estadounidenses de Lang.