La cinta es una farsa deliciosa y vertiginosa que brilla de principio a fin interpretada por dos de los rostros más grandes del cine, Cary Grant e Irene Dunne. Y es que ambos actores poseían rangos impresionantes y eran expertos en el tipo de toque ligero pero serio que requiere un material como este, ayudados por supuesto por la dirección fluida y segura de Garson Kanin. Sin embargo, incluso con un director y estrellas tan fuertes, Mi mujer favorita no podría haber sido más que moderadamente entretenida si no fuera por el guión sólido, bien estructurado y, sobre todo, divertido. Nada que ver con el remake que se hizo años después y que resulta muy inferior.