Tras dos versiones anteriores de la obra de Dashiell Hammett “El halcón maltés”, Warner Bros. finalmente dio en el clavo con esta de 1941… o más bien acertó John Huston, un guionista de larga trayectoria en su haber que tenía aquí su debut en la dirección y que optó simplemente por ser lo más fiel posible al original literario. Tomando el relevo de un recalcitrante George Raft que había rechazado el papel, Humphrey Bogart logra el estrellato como Sam Spade, un detective privado de San Francisco que puede ser tan falto de escrúpulos como el que más, pero que también tiene su propio código de honor. En las oficinas de la agencia de detectives Spade y Archer aparece la señorita Wonderly (Mary Astor), que ofrece una gran suma a Sam y su socio Miles Archer (Jerome Cowan) si la protegen de alguien llamado Floyd Thursby. Los detectives no creen ni a la señorita Wonderly ni su historia, pero les gusta su dinero. El verdadero nombre de la señorita Wonderly resulta ser Brigid O’Shaughnessey, y a la trama se unen el afeminado Joel Cairo (Peter Lorre) y el orondo Kasper Gutman (Sydney Greenstreet, en su debut en el cine). Resulta que  todos estos sinvergüenzas están involucrados en la búsqueda de una figurilla con forma de halcón. Tanto Cairo como Gutman ofrecen pequeñas fortunas a Spade para que de con el “pájaro negro” y están dispuestos a cometer mutilaciones y asesinatos para obtener su objetivo hacia ese objetivo.