Perdida durante bastante tiempo y no puesta en valor hasta finales de los años sesenta, El caserón de las sombras siempre fue considerada la hermana pobre de los míticos films de terror que el no menos mítico James Whale rodó para la Universal.

A pesar de que Boris Karloff consideraba que su papel no era digno de su fama, el film emerge hoy como uno de los clásicos indiscutibles del género, con una belleza poética esplendorosa y una línea argumental deudora de El legado tenebroso (The Cat and the Canary, 1927), en la que un grupo de personas se ven atrapadas en una casa encantada. En 1963, el inefable William Castle realizaría un remake en clave de humor que sería el causante de que, por problemas de derechos, el film no se pasase por televisión hasta bien entrados los años noventa.

Otra de las ventajas de El caserón de las sombras es su magnífico reparto, con primeras figuras de la talla de Melvyn Douglas y Charles Laughton.