Nació el 3 de abril de 1924 en Omaha, Nebraska (EEUU). Uno de los actores más influyentes de toda la historia, poseedor de un carisma y una personalidad realmente impresionantes. Fue un muchacho rebelde al que se le expulsó de su escuela militar. Decidido a convertirse en actor, se instaló en Nueva York e ingresó en el Actor´s Studio, convirtiéndose con el tiempo en su mayor exponente. Debuta en Broadway con éxito y logra el estrellato al interpretar sobre las tablas “Un tranvía llamado deseo” de Tennessee Williams. Es entonces cuando llama la atención de Hollywood, que le contratará. Su primer film –Hombres– no tendrá muy buena acogida, pero cuando se adapta Un tranvía llamado deseo, logra un rotundo éxito, consiguiendo la primera de sus ocho nominaciones al Oscar y dejando una imagen mítica para la posteridad: Brando con su ceñida camiseta blanca. Actor predilecto de Elia Kazan, comienza entonces una brillante etapa con títulos como ¡Viva Zapata!, Julio Cesar, Sayonara –por todas ellas sería nominado– o La ley del silencio, su primer Oscar. Probaría todos los géneros: comedia (La condesa de Hong-Kong), bélico (El baile de los malditos), aventura (Rebelión a bordo) e incluso musical (Ellos y ellas), permitiéndose el lujo de dirigir e interpretar un magnífico western (El rostro impenetrable). Sin embargo, poco a poco comenzó a aceptar cualquier papel siempre que estuviese bien pagado, viéndose envuelto en auténticas mediocridades. Francis Ford Coppola lo rescatará con El padrino, ganando de nuevo un Oscar. Su carrera irá malográndose en producciones más bien inocuas en las que aparecerá por motivos meramente alimenticios. Falleció el 1 de julio deWestwood, Los Angeles, California, USA.