Nació el 22 de octubre de 1917 en Tokio (Japón). Una de las ingenuas más deliciosas de la pantalla, vivió su infancia en Japón debido a los lucrativos negocios familiares. Ya de adolescente muestra inclinación por la interpretación, participando en diversos montajes de aficionados. Siguiendo los pasos de su hermana, la gran estrella Olivia De Havilland –se odiarían durante el resto de su vida–, dirige sus pasos hacia el cine, siendo contratada por la RKO y apareciendo en films menores o como secundaria. Tras ser la pareja de Fred Astaire en Señorita en desgracia, le llega el triunfo mundial con Rebeca, donde borda su papel de apocada señorita de compañía que se casa con un atormentado Laurence Olivier. Dos papeles más harían historia: su maravillosa Jane Eyre en Alma rebelde y la enamoradiza heroína de Carta de una desconocida. Sin embargo sería Sospecha el film que le otorgaría el Oscar, siendo nominada además por Rebeca y La ninfa constante. Ya durante los años cincuenta se convierte en una mujer de mundo sofisticada que pasearía su impagable presencia por títulos que generalmente no la merecían. Uno de sus cuatro maridos sería el actor Brian Aherne.